Cómo sufrí por el rabo de este buen hombre (que bueno no sé si será, pero qué bueno que está). Literalmente, se mata a pajas, a polvos, a mamadas y lo que le hagan. Es un peligro público para él, las demás y sus discos duros, sucios a fuerza de guarradas.
Esta sí la vi y personalmente me la podía ahorrar. Me he cansado de ver polvos en el cine. Tengo una edad y ya he visto tantos revolcones (algunos de primera, otros muy malos) que me dejan completamente fría los buenorros 2D sudando por la espalda mientras empujan con cara de estreñimiento pernicioso. Y eso que es este hombre (Michael Fassbender) está bien armado para empujar, restregar, frotar, agitar y menear a gusto.
– Mujer, hará algo más que meter, ¿no? -me pregunta mi amiga con ojos de querer una buena historia.
– Pues sí mear: lo primero que ves es su rabo a tamaño natural (y vaya tamaño) paseándose por su pisazo de Manhattan hasta el lavabo. Acto seguido se pone a miccionar de espaldas, piernas abiertas y prepucio a la vista, un chorrazo que se me va a quedar en la retina hasta el último estertor.
– Eso ya para abrir boca.
– Mejor no abrirla mucho que te la mete hasta el fondo. El tío no para…
– ¿De follar?
– Con putas y solteras básicamente, rollos de aquí te pillo, aquí te follo. Pero en cambio con la chica que le gusta, no se le levanta…
– ¿Y eso? ¿No es una máquina de hacer el amor?
– Sí, pero con tara. Su hermanita se ha quedado unos días en su casa y lo trae de cabeza.
– ¿Le mola la hermana?
– No está claro: el incesto flota en el aire porque los dos son un par de obsesos sexuales, ella en plan perra apaleada y él como apaleador de perras.
– ¿Le da leña a la hermana?
– Poca cosa: un par de guantazos en el sofá, un codazo en la ducha, un empujón en la cama…
– Vamos, que la corre a leches por toda la casa.
– Aunque comparten trauma de infancia, no sabemos quién se folló a quién: si el padre a ella, la madre a él o ellos entre sí. Lo que está claro es que la hermana es una suicida con más muescas en los brazos que el revólver de Billy el Niño.
– ¿Y por qué está en casa de su hermano?
– Es una colgada que no tiene donde caerse muerta. Se supone que es cantante de blues o de nanas, es que se larga una versión soporífera de New York, New York que te entran ganas de morirte en cualquier parte menos en Nueva York.
– Así que la cosa acaba mal, mal.
– Digamos que es «ley de vida»: a él le dan una paliza por meterle los dedos por el chumino a la novia de un macarra, y ella se corta las venas en el cuarto de baño de él.
– En fin, un dramón.
– Con final de «¿Me lo explica?»…
– ¿Tan raro es?
– Abiertito, más que nada. Imagínate la escena: en el metro, él mira fijamente a una pelirroja guapísima, que ya había visto otro día, pero más desaliñada y casual. Ella le sonríe en plan sueño erótico y él impasible, ni un pelo mueve. Y eso que la otra vez que la vio salió por patas detrás de ella como un toro en celo.
– Entonces, se curó de su obsesión…
– Yo no diría tanto.
No sé si será por el argumento tan sobado del abuso sexual en la infancia y por tanta escena explícita de sexo abierto 24 horas, que después de la tercera paja y el quinto clavo acabas con jaqueca. En definitiva, una película de mucha paja, mucha picha y poca chicha.